Cartas al director / Mediterráneo - 12/01/2009
Hace unas semanas leí un artículo publicado por alguna vecina de la zona sobre la contaminación acústica y de todo tipo que les tocaba sufrir en esa zona de Castellón. Me pareció exagerado y un día me di una vuelta con mi mujer por la zona y no daba crédito a lo que veía. Las calles Isaac Peral, Barraques y parte de la plaza Santa Clara estaban literalmente ocupadas por jóvenes consumiendo bebidas alcohólicas, con sus correspondientes vasos y cascos de vidrio en la mano, etc. Naturalmente, era imposible circular con coche, a pesar de que supongo que los vecinos tendrán derecho a ello como en el resto de las calles de Castellón. Era imposible poder seguir cualquier conversación, ya que el ruido de ambiente era enorme. No me extraña que afirmen los vecinos que las mediciones efectuadas triplican el máximo permitido.
No quiero pensar en la pobre gente que vive en esa zona. Después de ver lo que ví, me creo la denuncia de los vecinos de la presencia de orines y vómitos en los portales de las casas. ¡Cualquiera es el guapo de comprar un piso, un garaje o un local comercial en esa zona! Al no haber seguridad jurídica, el futuro de ese barrio es el de un zoco.
Cuando le dije a mi mujer de irnos a casa, tuvimos que atravesar la plaza Santa Clara y eso acabó de rematar la impresión que me causó toda esa zona. Centenares de sillas, mesas y sombrillas estaban encadenadas a las columnas de la plaza Santa Clara como si de un almacén se tratase. No creo que haya ningún pueblo de España que permita a los dueños de las cafeterías usar las plazas como almacén de su mobiliario una vez cierran los establecimientos. Todo tercermundista. Y además en pleno centro de Castellón, a la vista de todos y a 60 metros del ayuntamiento.
No hay derecho a que hayan ciudadanos que pagan religiosamente sus impuestos y que no puedan hacer una vida normal, tan solo porque el Ayuntamiento no haga cumplir la ley. Con esta nota deseo mostrar toda mi solidaridad con esa gente que en ocasiones, además de sufrir la agresión que sufren, tienen que aguantar la mofa y la indiferencia del resto de los ciudadanos.
Antonio José Barberá García.
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