Son las seis treinta de la mañana del domingo. Despunta ya cierta claridad. Es bonito. Al menos eso pienso yo. Al fondo el paseo Alto y más allá los llanos de Cáceres y posiblemente la sierra de Cañaveral. Se escucha algún mirlo y el tan, tan o boom, boom del local de copas próximo a mi domicilio.
No es que sea madrugador en exceso - aunque me guste -, es simplemente que por no poder dormir a causa del estruendoso ruido, me levanto, tomo un café y observo pacientemente el panorama, aunque con indignación. Y no sólo con indignación, yo diría con tristeza profunda, también. Los que tenemos hijos adolescentes sufrimos pensando en el futuro tan negro que les espera.
Seis cuarenta y cinco. Que bien sabe el café. Disfruto sorbo a sorbo asomado a la ventana. Sigue el tan, tan o boom, boom. Un taxi se detiene frente a la puerta de un bar de copas, haciendo lo mismo el auto que le sigue y el siguiente a éste. El tercero que llega, hace sonar el claxon; ni él mismo sabe para qué, es algo que tiene ya por costumbre y un pimiento le importa la hora, el día y que haya personas que intentan descansar. Tampoco que esté prohibida esa acción tanto por el código de la circulación como por el correspondiente bando municipal. Municipal es la Policía que se acerca. Pero él sabe que no le dirán nada. En esta ciudad uno de los entretenimientos es hacer sonar el claxon del vehículo sin importar motivo, lugar u hora, sin que nadie te diga nada. Del taxi un amigo extrae a otro y a duras penas lo recuesta sobre un coche aparcado. Mientras paga la carrera, el amigo ya casi está en el suelo, y en él hubiera terminado si no fuera por la mano amiga que lo recoge, le alza el brazo por los hombros –tal como se hace con un herido – y a trancas y barrancas entran en el bar, a beber alcohol porque café no sirven.
En el rincón junto al portal de enfrente una jovencita pone cara de alivio mientras alivia su vejiga. Tras larga meada se incorpora, se sube sus bragas, su vaquero y a seguir con lo que hacía, es decir, molestar a los vecinos que intentan dormir tras las ventanas de los pisos más próximos a donde se encuentra molestando junto a otros incívicos. Se escucha un casco de cristal, posiblemente una botella de cerveza, que cae violentamente al suelo. Ya son los últimos coletazos de un largo fin de semana que comenzó el miercoles.
Tampoco falta a la cita ese individuo (sí individuo) cochambroso, sucio, mugriento, con dos bolsas de plástico en una mano y en la otra un recipiente de vino peleón. Hace días que se ha instalado en el barrio. Grita mucho. Llama hijo de puta a todo el mundo, sin saber por qué o para qué. Anoche ya se encontraba “toreando” a los coches que por la calle de Santa Teresa circulaban. A Dios gracias - para los conductores - no fue atropellado, pues seguramente hubieran tenido que pagar uno nuevo. Dos criaturas de cinco o seis años circulan por la acera con sus triciclos. Se detienen bruscamente ante el cochambroso, sucio y mugriento, que además está borracho y se tambalea de lado a lado. Acude raudo y veloz el progenitor, que camina más atrás, ayuda a sortear al ciudadano, investido de todos sus derechos, pero borracho como una cuba y peligroso como un endemoniado.
Siete quince. Del bar de copas sale el individuo (sí, también individuo) que bajó del taxi, acompañado del mismo amigo. Éste le indica con un gesto de su mano derecha el rincón. El mismo donde meaba la chica. Ya no parece un rincón junto a un portal, sino un riachuelo, fuente o manantial, pero con insoportable olor a orín. El individuo se acomoda con los brazos en las paredes que forman el rincón, tras unos segundos se produce el vómito que se escucha desde mi ventana. ¡Qué asco!
No se si serán estos los universitarios que aun no han cambiado de ciudad por culpa de los horarios tan restrictivos según la alcaldesa de la ciudad. Si lo son, también se podían marchar. Nos sobran de estos.
Los puestos de Jefe de Gobierno, Ministros, Alcaldes, etc. tendrían que ser ocupados por aspirantes salidos de rigurosa oposición. No puede ser que se ocupen estos puestos gracias a los votos, entre otros, de cochambrosos, sucios, mugrientos e incívicos ciudadanos. Intentaremos descansar hoy y el lunes y martes. El miércoles vuelta a las andadas. ¿Hasta cuándo?.
Cáceres ¿ciudad de la cultura 2016?
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